martes, 2 de julio de 2013

Las reformas económicas y sociales

Los ministros de Carlos III intentaron dar un impulso a la economía española, y fundamentalmente a la agricultura que era el sector más importante, aunque sin alterar el orden social ni la estructura de la propiedad existentes —sólo se hicieron repartos de tierras que pertenecían a los concejos y estaban sin cultivar—. El proyecto más ambicioso, bajo la supervisión del ilustrado Pablo de Olavide, se puso en marcha en 1767 y consistía en colonizar comarcas de Sierra Morena deshabitadas e infestadas de bandoleros. Así surgieron las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena —como La Carolina, en Jaén—, que resultaron un éxito relativa pues diez años después ya había asentados 10.000 campesinos en las zonas repobladas —éstos recibían gratuitamente del Estado tierras, casa, mobiliario, herramientas, ganado y semillas—.
Además se mejoraron las infraestructuras de transporte y de regadío. Se prosiguió con el Canal de Castilla y se inició el Canal Imperial de Aragón; se construyeron 1.000 kilómetros de carreteras siguiendo un plan radial con centro en Madrid, y, por último, se creó el Banco de San Carlos en 1782 para financiar la deuda del Estado gestionando los vales reales.
Carlos III fundó una serie de manufacturas de lujo; en Madrid, la de porcelanas del Retiro, la Real Fábrica de Tapices o la Platería Martínez; en la Granja de San Ildefonso, la real fábrica de cristales, pero también una gran cantidad de fábricas para producir artículos de consumo, como la de Paños de Ávila (cuyo edificio, al lado del río, ha sido recientemente destruido).

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